martes, 26 de febrero de 2008

A puerta cerrada

Marcela Gómez Zalce

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Los caminos torcidos del Congreso
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• La típica mecha corta
• Los colores del futuro...

La muchedumbre, mi estimado, no decae ni adquiere sabiduría; siempre permanece en la infancia. Andrés Manuel López Obrador ya logró que los interesados en el reventón energético estén, literalmente, instalados en la lámpara. Ya logró ponerle los puntos sobre las íes empresariales que tanto simularon y ocultaron los miembros del Gymboree federal donde se comienzan a estudiar escenarios, digamos, más drásticos. El reformón para que capital privado entre, oficialmente, a Pemex está en un punto de no retorno. Felipe Calderón está obligado, presionado y/o forzado a que su aventura transite, al costo que sea, por los caminos torcidos del Congreso.

El simpático mitin del domingo, my friend, prendió las alertas, here & there, sobre los ánimos sociales y la capacidad de movilización del inquieto tabasqueño, que parece estar más puesto que un calcetín para, también en un camino de no retorno, estirar la maravillosa cuerdita. Y es aquí donde es altamente probable que se junte el hambre con las ganas de comer.

Porque en la misma bandeja altamente volátil podrían hacer clímax los agravios contenidos de un controvertido proceso electoral, las originales medidas económicas que, en 14 meses de gobierno, han golpeado a tiros y troyanos y las insaciables ganas de pasar a varios a la báscula. La reforma energética es una jugosa oportunidad para abrir las ventanillas del pay back time.

Y en este peligroso juego, donde todo está en juego, todos tienen parque.

El PRI, el mismo PAN, organizaciones sociales whatever y, last but not least, las maravillosas lacritas amarillas que no necesitan mucho (bunch of hooligans) para seguir, cual perritos enfurecidos, a un par de sembrados revoltosos y enseñar su mecha corta desatando a the usual suspects que se dan un festín mediático entre el agarrón de piernas y las mentadas de madre para ocultar una escalofriante realidad: López Obrador ya activó el espléndido reloj contra el ocurrente reformón.

Y como lo que natura non da Salamanca non presta, los perredistas aprovecharon el viaje para ajustar sus frívolas cuentas pasando por alto que, con la pena, las estupendas divergencias en la casa del partido del sol azteca... no tienen arreglo, remedio y conciliación. La familia es, hace un proceso electoral, oficialmente disfuncional. Y no hay doctor psiquiatra, my friend, que pueda dar puntual tratamiento cuando la enfermedad es... terminal.

Y como el PRD tiene casi tantas tribus como las lacritas tricolores, el Gymboree federal echa mano del clásico que no falla; divide y vencerás.

Lo esencial es mostrar que Andrés Manuel —como dijera aquel clásico, es el enemigo a vencer por la buena... ¿o la mala?— es la fotografía de la intolerancia, de la violencia y de la polarización, y evitar, aunque sea temporalmente, el epicentro energético del verdadero desmadre. Y así ganar tiempo con los ansiosos intereses internacionales enviando señales de que no problemo man, we´re still in charge.

Ahora, las lacritas regalarán al sonriente respetable su propia cena de negros, perdón, amarillos para sacar cuchillos, flagelos y continuar con su delicioso proceso antropófago... para el cual algunos han sido puntualmente contratados y así, Dios mediante, llegar a la cita legislativa para aprobar el frankenstein.

Porque en esta batalla, la calle, mi estimado, no puede ser el único frente de presión sino una estrategia paralela en el entretenido tablero integral.

Es necesaria una cohesión (que obligatoriamente involucra al legislativo) a prueba de... de... plomo.

El movimiento tiene que estar blindado en la cúpula del PRD más allá de heridas sangrantes y cuentas pendientes. Unidos, los perredistas pueden ser un dolor de muelas para el régimen de Calderón. Divididos, por la hoguera de las fascinantes vanidades, servirán sólo para amenizar la fiesta energética.

Porque the day after, my friend, serán arrojados al basurero… como expone un extraordinario documento de análisis donde el seductor futuro es pintado entre azul y tricolor...

¿Vamos bien o me regreso?

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