viernes, 16 de febrero de 2007

Halliburton, arruina a México

Halliburton y su relación con Pemex

Halliburton se creó a partir de Dresser industries. Una cara oculta de la familia Bush. Todos los Bush han comezado en Dresser, Prescott y George HW.

En el gobierno de Bush hijo, la compañía Halliburton, líder mundial y fabricante de equipos para la industria petrolera, se ha convertido en uno de los símbolos de las guerras de rapiña. La multinacional, dirigida antiguamente por Dick Cheney, actual vicepresidente de los EEUU, ha obtenido jugosos contratos durante la guerra contra Irak y la ulterior fase de reconstrucción. Pero este escándalo no es algo nuevo: desde hace cerca de un siglo, esta sociedad se desarrolla mezclando negocios y política a expensas de incrédulos ciudadanos estadounidenses. Este es la primera parte de nuestra investigación sobre una multinacional bastante desconocida.Objetivos militares, intereses financieros.

La compañía estadounidense Halliburton, oportunista de guerra Al absorber, en 1962, una sociedad con múltiples relaciones políticas, el fabricante de equipos Halliburton entró a la corte de los grandes. Fue apadrinada por Lyndon Johnson quien sería más tarde presidente de los EEUU, la firma obtuvo enormes ingresos por concepto de mercados públicos amañados. Una vez electo Johnson como presidente de los Estados Unidos ( despues de asesinar el principal obstaculo, Kennedy y revertir su famosa NSAM 263) , Halliburton se convirtió en el primer suministrador del ejército norteamericano en Vietnam. El mismo proceso se reprodujo en los 90, cuando la firma fue dirigida por Dick Cheney. Una vez que este entró en la Casa Blanca, Halliburton se transformó en el principal proveedor de la Coalición en Irak.

En 1995, Dick Cheney es nombrado presidente de la sociedad Halliburton gracias a su conocimiento excepcional de los engranajes del Capitolio y del Pentágono y a pesar de no poseer experiencia alguna en el sector privado. La apuesta del Consejo de Administración que lo contrató fue todo un éxito.Cinco años antes de su llegada, los préstamos concedidos a la sociedad y apoyados por el Estado se elevaban a 100 millones de dólares, para alcanzar mil 200 millones en el momento de su partida. Los contratos suscritos con el gobierno se duplican prácticamente en el mismo período, al pasar de 1,200 millones a más de 2,300. El hecho de que Cheney se haya aprovechado de sus relaciones para obtener estos contratos es casi imposible de demostrar.

Halliburton puede además argumentar que es en realidad la sociedad más apta para cumplirlos [1]. Independientemente de esto, Dick Cheney amplió un sistema ya existente. Para comprenderlo, sería conveniente analizar la historia desconocida de la multinacional Halliburton, surgida de la fusión entre una sociedad de prestación de servicios petroleros de alta tecnología y una especie de consultoría en materia política y financiera como las que produce el modo de vida estadounidense.

Los orígenes del «saber-hacer» de Halliburton

En los orígenes de Halliburton encontramos a un joven ambicioso y apasionado por la mecánica, nacido en 1892 en Henning, una pequeña ciudad cerca de Memphis, Tennessee. Erle Palmer Halliburton es el mayor de los cinco hijos de una familia cuyo padre fallece prematuramente en 1904 y a la que deja prácticamente sin recursos.

Dos años más tarde, el joven Erle, que a la sazón contaba con 14 años, decide probar suerte y librar a los suyos de las angustias de la pobreza y parte a la aventura jurándose que no volverá a Henning hasta que no haya reunido un millón de dólares. Así, va de un trabajo en otro, siempre relacionado con su pasión, la mecánica, y acaba por instalarse en California luego de un breve paso por la marina de guerra donde se dedica a la mecánica hidráulica.Se casa y acepta la responsabilidad temporal de un proyecto de irrigación que le garantiza un salario razonable para la época: 100 dólares mensuales. A su alrededor comienzan ya a agitarse los aventureros empujados por el frenesí del petróleo, desatado en 1860 en Pensilvania y que se ampara de California en algunos decenios para acabar estallando en Tejas en 1901 cuando el crudo brota por encima de la colina de Spindletop.

La tecnología al servicio de la extracción evoluciona con toda celeridad pero queda aún mucho por inventar para optimizarla. Los pioneros del oro negro hacen progresos a ciegas y actúan de forma a veces torpe y empírica. Erle Halliburton obtiene un empleo en la empresa de hormigonado de pozos de Almond A. Perkins.

Esta tecnología, casi desconocida en la época, evita las infiltraciones de gas o de agua que se producen en los pozos e inutilizan el petróleo, y permite además consolidar las paredes de estos, las que por lo general se desmoronan y obligan entones al operador a evacuar continuamente estas materias indeseables hacia el exterior del pozo.

Luego de un breve período como chofer de camión, Erle comienza a trabajar en la cimentación de pozos, pero es despedido al cabo de un año. Decidido de inmediato a sacar provecho de sus nuevos y preciosos conocimientos, Erle crea su propia empresa. Más tarde dirá que su contrato y su despido por parte de la Perkins Oil Well Cementing Company fueron las dos mejores cosas que le pudieron haber ocurrido.

Asentada en Tejas, su empresa tiene comienzos difíciles, ahogada entre la multitud de aventureros, empresarios y charlatanes de toda laya que gravitan alrededor de las ciudades que se desarrollan de forma vertiginosa cerca de un yacimiento petrolero.

La New Method Oil Well Cementing Company del joven Halliburton no obtiene prácticamente ganancias pero la decisión inquebrantable de su patrón terminará por dar frutos cuando una compañía de extracción le confía la tarea de controlar un pozo indomable que le hace perder importantes ingresos.

Cumplida la tarea, la reputación del nuevo método de Perkins, mejorado por Halliburton, sube como la espuma y se propaga por todo el medio. Los contratos afluyen y la empresa logra al fin despegar. Ante este rápido éxito, el poseedor de la patente del método de cimentación y antiguo patrón de Halliburton, lleva a este a juicio para recuperar sus derechos.

La disputa culminará con un acuerdo en virtud del cual Halliburton cede a Perkins los derechos sobre su propia patente de fabricación de cemento pero sus problemas con las patentes están lejos de resolverse: algunos años más tarde librará sin éxito otra batalla que lo opondrá a una de las más poderosas firmas de la época, la Standard Oil de John D. Rockefeller [2].En 1924, Halliburton idea un plan de capitalización bursátil al permitir la entrada a sus principales clientes al capital de su empresa, que se transforma en la Halliburton Oil Well Cementing Company o Howco. De esta forma, se asegura un salario más holgado y reserva al mismo tiempo la mayor participación para su familia. Trata asimismo de diversificar sus operaciones al adquirir una flota de aviones de transporte de pasajeros.

La llegada de la gran depresión le hace lamentar esta jugada. Halliburton se propone entonces reconvertir la flota por medio de la obtención de un mercado público de distribución de correo. Su oferta es rechazada. Con el objetivo de reparar el error realiza un viaje a Washington en el transcurso del cual protesta ante los congresistas pero su inexperiencia con relación a las sutilezas de la política lo mantiene fuera del círculo.Por ello, Erle Halliburton alimentará durante largo tiempo una amarga desconfianza con relación a «esas gentes de Washington», y preferirá contar más con la pericia y el olfato adquiridos sobre la marcha.A finales de los años 20, Howco debe su éxito a los camiones que recorren sin descanso las carreteras de Tejas y Oklahoma, de un pozo a otro, y a la perseverancia de un director que buscará los contratos debajo de la tierra por modestos que sean.

Las relaciones políticas de Brown & Root

Otra pequeña compañía, establecida en Tejas, se abre camino de manera simultánea a través de los meandros de las corrientes políticas, entre ciclos económicos y guerras, como ninguna otra. Cuando la familia Brown llega a Tejas en 1879, este estado sólo cuenta con un millón de habitantes (la población sufre a continuación una explosión para elevarse a tres millones en 1900) que viven en pequeñas ciudades autárquicas unidas por caminos en pésimo estado -con frecuencia antiguas pistas indias- que frenan considerablemente todo tipo de desarrollo.

Herman y George Brown (los famosos Brown Bros) nacen en 1892 y 1898 en el ambiente de oeste de la ciudad de Belton, donde su padre Riney tiene un pequeño comercio. Herman se destaca por su ardor en el trabajo y abandona con prontitud los estudios para ocupar un modesto empleo en obras públicas, mientras que su joven hermano, más encantador y extrovertido, vende conejos y periódicos antes de ingresar en el Rice Institute de Houston, que se transformará en la Rice University. Seria amigo de Howard Hughes, el oscuro petrolero fachada de la CIA.

Se alista en el ejército durante la Primera Guerra Mundial, sin participar no obstante en el combate. Luego se inscribe en la escuela de minas de Colorado, de la cual egresa con el diploma adornado del comentario «obtiene su poder gracias a su capacidad para hacer amigos». La carrera de George Brown no desmentirá esta nota particularmente clarividente.Mientras tanto, su hermano Herman se enrola con su esposa, Margaret Root, en la construcción de carreteras. Con el auge del automóvil, ha comprendido la importancia de la mejoría de las vías de comunicación para el desarrollo de Tejas y su pequeño negocio marcha bien, aunque no deje de ambicionar, al igual que Erle Halliburton, una carrera más espectacular.

Contrata a George luego de una experiencia en las minas en la que este último casi pierde la vida, y se apoya en los capitales aportados por su cuñado Dan Root para expandir su empresa que funciona entonces con algunas mulas y un puñado de presidiarios reincidentes condenados a trabajos forzados.

Pero Herman Brown comprende aceleradamente que además de la fuerza de trabajo, el elemento clave en el éxito radica en su capacidad de garantizar la afluencia de contratos a través de una sólida red de amistades.Allí donde Howco había fracasado al presentar una oferta más entre tantas otras, la empresa de los hermanos Brown comienza a dar sus primeros pasos en el contexto particularmente difícil de los trabajos públicos de Tejas donde se desarrollaban entonces prácticas de corrupción que aún caracterizan el «universo despiadado» del mundo de los negocios tejano.

En medio de los primeros escándalos con relación a la atribución de contratos por parte del Departamento de Carreteras de Tejas, recientemente creado, George y Herman Brown dieron prueba de una asombrosa capacidad de adaptación.Al contentarse en un inicio con pequeños contratos y subcontratos dejados por la estela de favoritos de la elite política, desarrollaron poco a poco su influencia ante los encargados de la toma de decisiones según el adagio «La política son los negocios, los negocios forman parte de la política». Un primer contrato relativamente importante es obtenido por Herman simplemente al presentarse en la oficina del director de la Comisión de Atribución de Contratos Públicos, sin que mediara licitación, lo que situó en lo adelante a Brown & Root (en la actualidad Kellogg, Brown & Root, o KBR) en el corazón del oficio.

Sostenida por amplias ganancias generadas por la construcción de carreteras pero también por una cantidad impresionante de pagarés (promesas de pago escalonados en períodos de hasta cinco años), Brown & Root habría podido desaparecer junto con las miles de empresas que en 1929 se encontraron ante montañas de papel sin valor alguno.+ nSólo los asesores financieros de los hermanos Brown habían insistido con virulencia en que los cambiaran contra liquidez antes del gran crac. Esto brindó a Brown & Root una base de subsistencia durante los primeros años de las vacas flacas que disminuyeron el ritmo de desarrollo de las carreteras.

En 1932, Brown & Root se ve sin embargo obligada a aceptar la tarea de recoger la basura de la ciudad de Houston, labor que optimiza al ordenar a sus trabajadores que seleccionen los desechos orgánicos que luego utiliza para alimentar cerdos y venderlos a continuación.

Este será el primero de una larga serie de escándalos con relación a la atribución y gestión de mercados públicos a Brown & Root. De hecho, se había presentado una oferta por un monto menos elevado, pero el contrato es de todas formas atribuido a Brown & Root, lo que despierta la ira de la prensa local.

De esta forma la empresa se afinca y no vacila en aceptar la posibilidad de diversificarse a ultranza para sobrevivir, pero las arcas se vacían con rapidez: hay que dar un buen golpe o esfumarse. Para ello, los hermanos Brown deben abrirse una vía hasta un nivel de poder superior. El intermediario ideal se presentará en la persona de Alvin Wirtz, uno de sus asesores más cercanos.

Alvin Wirtz es una figura política fuera de lo común, personaje que actúa en las sombras, muy influyente en Tejas al estar alejado de la luz de los proyectores, muy distinto de los políticos electos que deben sin cesar responder de sus actos ante la opinión pública. En el seno de su bufete de abogados, Powell, Wirtz, Rauhut & Gideon, logra mover con mayor facilidad los hilos de las decisiones políticas que en el puesto de senador que ocupó hasta 1930, momento en que decide proseguir su carrera tras las bambalinas del poder.

El olfato político de Wirtz orienta rápidamente a Brown & Root hacia la única fuente de enriquecimiento a su alcance, por medio de algunas sutilezas relacionales, es decir los proyectos de obras públicas desmesurados de la política del New Deal de Roosevelt, que fueron el origen del poder actual de gran número de empresas privadas, como Bechtel, a quien se le concedió la construcción de la represa Hoover Dam. Wirtz se había comprometido ya, en nombre de otro cliente, a obtener para éste la adjudicación de la obra de construcción de una represa en el río Colorado. La financiación del proyecto por medio de fondos públicos sólo era posible si este sirviera para prevenir las inundaciones que costaban millones cada año a las colectividades y no para construir una represa con vistas a la producción de electricidad. Wirtz se las arregló para convencer a las autoridades de la urgencia de crear un organismo de gestión de los trabajos en el río, la Lower Colorado River Authority (LCRA), de la cual sería, claro está, el presidente, y tranquilizó al Parlamento de Tejas con relación a la naturaleza de la represa que se construiría.

Una vez cumplida esta tarea, Wirtz viajó a Washington para asegurar fondos del New Deal, pero tuvo que enfrentarse a las dudas de la administración respecto de la utilidad de la obra. Para sortear este obstáculo, Wirtz se limitó a volver a trazar el mapa de los distritos de Tejas para que el lugar seleccionado para la construcción de la presa estuviera situado en la jurisdicción del representante James P. Buchanan, quien, por demás, era el presidente del Comité de adjudicación de los fondos del New Deal. Wirtz no vaciló en bautizar la presa con el nombre de este último, que insistió ante Roosevelt para tener «su represa» como regalo de cumpleaños.

El cliente de Wirtz quebró cuando los trabajos estaban a la mitad y dejó una obra inacabada, destinada, por supuesto, a producir electricidad e ineficaz por consiguiente contra las inundaciones. En ese momento, Wirtz, quien tenía más valor que un torero, decidió simplemente construir una nueva represa río abajo, esta vez por parte de su otro cliente, la sociedad Brown & Root. Poco importaba que esta no tuviera la más mínima experiencia en la materia, los hermanos Brown estaban resueltos a consagrarse a ello a cualquier precio ya que de ello dependía la supervivencia de su empresa.

Para conseguir este mercado, se asocian con otra empresa más experimentada y presentan un presupuesto irreal para la realización del proyecto: este método, que consiste en hacer subir los costos una vez obtenido el contrato, sigue estando muy extendido y por lo tanto son pocos los que se asombran cuando George W. Bush pide algunos miles de millones más para Brown & Root en Irak.

De esta forma, en diciembre de 1936, el presidente de la LCRA, Alvin Wirtz, concede la construcción del Marshall Ford Dam a Brown & Root que también es cliente suyo. Otras dificultades se presentarán, sorteadas cada vez gracias a las apariciones de Wirtz en Washington y, en particular, a la influencia del representante Buchanan.

A su muerte, en 1937, Brown & Root pierde su principal carta de triunfo en Washington en un momento crucial para su salud financiera. Felizmente, otro amigo de Wirtz, el joven Lyndon Baines Johnson, se inscribe en la carrera por recuperar el escaño de Buchanan. Se dirige en seguida a Wirtz para que este haga uso de su considerable poder y lo ayude a alcanzar este objetivo. A cambio, Wirtz le pide que trate de hacer aprobar la ley que eliminará los últimos obstáculos que impiden a Brown & Root alzarse entre los más importantes contratistas del Estado.

Protegido de Roosevelt, quien pone a su disposición toda su plataforma de campaña, Johnson, en caso de ser elegido, cuenta ampliamente con los medios para ello. Durante esta campaña, una de las más costosas desarrolladas en Tejas, el hecho más sorprendente fue que el propio Herman Brown no apoyaba al candidato que le permitiría prosperar. Despreciaba además el New Deal, del cual había sin embargo obtenido ya varios millones de dólares. Johnson ganó con facilidad las elecciones gracias a los fondos recaudados por Wirtz y al apoyo de Roosevelt y se convirtió literalmente en la rama política de Brown & Root en los decenios siguientes.

En una conversación con George Brown, describirá su asociación como «una empresa mixta... Wirtz se ocupará de la parte legal, yo, de la política, usted se ocupará de la parte comercial. Juntos, encontraremos soluciones que mejorarán la posición de los tres.» [3]


Halliburton arruina a México
John Ross

Traducido del inglés por Germán Leyens

El cartel colocado a lo largo de la carretera que va hacia el este en el bochornoso Estado sureño de Tabasco muestra una selva lujuriante, una iguana moteada por el sol, y una bandada de deslumbrantes guacamayos. “Trabajamos por un entorno mejor” afirma el gigantesco letrero.

La fronda del gráfico contrasta brutalmente con el paisaje dañado de este Estado tropical con sus ríos infectados, sus peces envenenados, y sus campos de maíz marchitos por la lluvia ácida que cae de cielos contaminados gracias a los esfuerzos de PEMEX, el monopolio nacional del petróleo y sus múltiples sub-contratistas transnacionales – Tabasco tiene los mayores depósitos de petróleo en tierra de México.

Pero el cartel aquí en Macaspana, cenagosa tierra india chontal, rica en petróleo, no fue colocado por el Secretariado del Medio Ambiente para inspirar conservacionismo o incluso por PEMEX para pulir su imagen empañada. No, esta escena prístina es suscrita por un nombre USamericano familiar, en los hechos el mayor subcontratista de PEMEX: Halliburton de México, la subsidiaria del titán de la industria petrolera basado en Houston. La vieja mega corporación del vicepresidente Dick Cheney y el mayor proveedor de los petroleros del planeta, realiza negocios en México desde hace muchos años.

La privatización de PEMEX, nacionalizada en 1938 después que el presidente de la era de la depresión, Lázaro Cárdenas, expropiara los enclaves petroleros de la costa del Caribe de sus propietarios anglo-USamericanos, estuvo en el corazón mismo de la elección presidencial de México del 2 de julio, aún cuestionada. El derechista Felipe Calderón, antiguo secretario de la energía, se compromete a vender – o por lo menos entrar en acuerdos conjuntos que garantizarían a la versión contemporánea de las Siete Hermanas un cuociente sustancial de las reservas en disminución de México (que durarían sólo diez años más en el peor de los casos.)

Al otro extremo de la constelación, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, oriundo de Macaspana que probablemente ganó la elección el 2 de junio, aboga porque se mantenga la dirigencia del Estado sobre PEMEX que cubre más de un 40% del presupuesto anual del gobierno mexicano, sobre la base de que la riqueza petrolera de la nación pertenece al pueblo mexicano y a nadie más.

Como saben lo que les conviene, transnacionales como Halliburton se apresuraron a apoyar a Felipe Calderón— como lo hizo el antiguo presidente de la corporación (1995-2000) Dick Cheney y su compañero de fórmula George Bush. Tanto Cheney como Bush tienen antiguos vínculos con la industria petrolera mexicana – el papá de Bush dirigió Zapata Offshore, subcontratista de PEMEX, en los años sesenta – su socio Jorge Díaz Serrano, antiguo director de PEMEX, estuvo preso por un artilugio de comisiones clandestinas por un barco tanque.

Halliburton, de Cheney, de alguna manera se las arregló para conseguir en los años noventa lucrativos contratos de servicio para el campo offshore Cantarell abierto hace poco (que se dice contiene más de 12.000 millones de barriles de petróleo).

El modo como Halliburton logró meterse huele a podrido al profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, John Saxe-Fernández, que estudia los recursos estratégicos – los contratos Cantarell fueron otorgados mientras Cheney dirigía las cosas en Houston y al mismo tiempo el conglomerado de Texas estaba ocupado sobornando a funcionarios petroleros nigerianos al otro lado del Atlántico.

La verdad es que el debate sobre la privatización de PEMEX ya no tiene mucho de debate. Petróleos Mexicanos subcontrató hace tiempo casi todas sus divisiones de exploración y perforación a transnacionales como Halliburton, Fluor-Daniels, y Bechtel, convirtiendo a PEMEX en un virtual cascarón.

El antiguo equipo de Cheney se agarró la parte del león de este botín de mil millones de dólares. Entre 2000 y 2005, Halliburton consiguió 159 contratos con la división PEP (Perforación y Exploración) por un total de 2.500 millones de dólares yanquis, aproximadamente un cuarto del presupuesto anual de operación de PEMEX, según Saxe-Fernández. Los contratos cubren todo desde la perforación inclinada y vertical al mantenimiento de plataformas offshore, al despeje de la jungla para la perforación de 27 pozos listos para usar en Tabasco y Chiapas.

Con 1.250 empleados y miles de subcontratados, Halliburton de México tiene oficinas en Ciudad del Carmen, Campeche (la operación Cantarell en rápida reducción); Reynosa Tamaulipas donde los muchachos de Dick Cheney ayudan a explotar los campos de gas natural de Burgos; y Poza Rica, Veracruz, una región en la que Harry Doherty de Standard Oil y Lord Cowry (Weetman Pierson), propietario de lo que terminó con convertirse en British Petroleum, solía regir con mano de hierro y donde Halliburton ahora examina lo que queda de su antiguo campo Chicontepec.

Halliburton también mantiene oficinas en la Ciudad de México y en Villahermosa, Tabasco, desde donde supervisa su dominio caribeño off y onshore. La costa del Golfo de México no es la única operación de Halliburton en el Caribe. La división KBR (Kellogg Brown Root) del conglomerado de Cheney construyó 207 celdas en Guantánamo, Cuba, en 2002 para albergar a “combatientes enemigos.”
Halliburton ha tenido una bota plantada en el Estado de Chiapas, con presencia rebelde, desde 1997, tres años después de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se alzara en rebelión contra el gobierno mexicano, cuando el conglomerado construyó una planta de separación de gas en el norte de ese Estado en el extremo sur. En 2003, Halliburton obtuvo un contrato de 20 millones de dólares para expandir la infraestructura del gas natural en Reforma – las comunidades autónomas zapatistas están al sur y al este de las instalaciones de Halliburton.

Tanto PEMEX como los asociados de Cheney tienen sus ojos puestos en Chiapas – hay amplias reservas bajo tierra en la selva de Lacandón en áreas donde los zapatistas han establecido sus “Caracoles” o centros públicos, según estudios del economista, experto en geopolítica de la UNAM, Andrés Barreda. Por cierto, la primera batalla entre el EZLN y los militares mexicanos tuvo lugar cerca de un pozo sellado en Nazaret en los cañones que conducen al suelo de la selva, muy cerca de donde se encuentra ahora el caracol zapatista “Camino a la esperanza” (La Garrucha, municipalidad autónoma Francisco Gómez).

Según cifras muy controladas de PEMEX, descubiertas por el investigador petrolero de Houston, George Baker, Nazaret producía un millón de pies cúbicos de gas natural al día cuando fue sellado a comienzos de los años noventa – si Halliburton hubiera estado involucrada en aquel entonces probablemente hubiera recibido el contrato, y Dick Cheney, cazador ávido aunque impredecible, habría tenido la oportunidad de exterminar muchas especies en peligro de la selva de Lacandón.

De humor religioso, el vicepresidente Cheney se preguntó a voces una vez por qué Dios no había colocado el petróleo bajo países democráticos, y con esa misión en mente se lanzó a democratizar a petroligarquías extranjeras. Su esfuerzo por llevar la democracia a Iraq provocó más de 650.000 muertos iraquíes, la guerra civil, la devastación y la destrucción en cada rincón del país, y el sabotaje sistemático de la infraestructura petrolera de esa nación.

Ahora, Cheney y sus asociados de Halliburton están “democratizando” México, al ayudar y favorecer el robo de la elección presidencial del 2 de julio al izquierdista López Obrador – como mencionamos anteriormente, Felipe Calderón se comprometió a privatizar PEMEX. En su calidad de miembro del Consejo de Comunicación que agrupa a transnacionales con negocios en México, Halliburton ayudó a pagar un vil spot televisivo con contenido difamatorio, presentando a López Obrador como un peligro para México. Como sólo los partidos políticos pueden montar campañas semejantes, la participación de Halliburton fue flagrantemente ilícita según el máximo tribunal electoral de México, el TRIFE.

Plantado ante las oficinas de Halliburton de México en un inmenso rascacielos que domina el Paseo de la Reforma, donde la gente de López Obrador pronto se establecería el verano pasado, el antiguo trabajador del petróleo, de 80 años, Jacinto Guzmán recordaba las grandes huelgas (su padre fue huelguista) que habían impulsado a Lázaro Cárdenas a expropiar los complejos caribeños en los que ahora rige Halliburton, y deploraba las depredaciones de Cheney Inc. y de otros de su calaña contra lo que pertenece al pueblo mexicano. Pero, vestido de un traje arrugado y con un casco, el viejo trabajador del petróleo estaba aún más agraviado por la participación de Halliburton en la campaña de calumnias para vilipendiar a Andrés Manuel López Obrador. "Los gringos creen que también son dueños de nuestras elecciones,” se quejó a un reportero USamericano.

¡¡¡¡ Es un honor estar con Obrador !!!!

No hay comentarios: